viernes, 25 de marzo de 2016

Grandes enigmas de la arqueología: Superhenge añade misterio a Stonehenge


Superhenge

Los arqueólogos están emocionados con el descubrimiento, el pasado mes de septiembre, de lo que ya se conoce como Superhenge, un nuevo círculo con noventa piedras de gran tamaño –alrededor de 4,5 metros– cercano a Stonehenge. Bajo la actual llanura de Salisbury, a apenas tres kilómetros del célebre templo prehistórico, se esconden los restos de una fenomenal formación megalítica con forma de gran herradura, que habría sido construida hace casi 5.000 años, según explica José Ángel Martos en el dossier 20 grandes misterios de la arqueología de la revista Muy Interesante n.º 419 del mes de abril. 
Nadie ha podido verla directamente, pero los sistemas de radar, que penetran con su señal bajo tierra para ofrecer imágenes exactas del subsuelo, han localizado al menos treinta piedras intactas en toda su enorme dimensión. De las otras sesenta quedan fragmentos.

Stonehenge
Se han utilizado también otras técnicas no invasivas, como los magnetómetros, que miden las emisiones de magnetismo de un material respecto a los que lo rodean, para detectar estructuras bajo tierra. “Es el mayor monumento de piedra que ha sobrevivido”, han dicho de él los responsables de la investigación. La herradura detectada parece ser solo la parte sur de un enorme templo prehistórico al aire libre, cuyas posibles funciones encenderán la especulación.


Se presume que Superhenge se usó para rituales, como el paso de los jóvenes a la edad adulta o la celebración de los ciclos de las cosechas, pero el profesor Miles Russell, de la Universidad de Bournemouth, sugiere que también podría haber servido para sacrificios humanos. 

En el área de Stonehenge se encontraron sobre todo huesos de cerdo, acaso la víctima sacrificial más común; pero también han aparecido restos humanos con puntas de flecha encajadas entre sus vértebras y golpes en la cabeza. Otra teoría alternativa es que ambos fueran sitios de peregrinación, donde los heridos y enfermos acudían a curarse, como un Lourdes prehistórico.
Lo que sí parece estar más claro es que ambos monumentos se erigieron como fruto de una transición religiosa: están dedicados a la adoración del Sol y la Luna –respecto a cuyos movimientos se alinean–, mientras que otros complejos anteriores indican un culto previo a las montañas y a elementos del paisaje.

Nabta Playa
Hay otros lugares que podrían ser centros de observación del Sol y de las estrellas en la época neolítica. Uno de los más interesantes es Nabta Playa, en Nubia, una depresión natural que estacionalmente se llenaba de agua y alrededor de la cual los pueblos del desierto erigieron megalitos y acudieron para observar movimientos astronómicos. Su uso dataría del 7500 a. C. –sería anterior a Stonehenge y a Superhenge–, lo que sugiere que había culturas más avanzadas de lo que se creía en el Sahara, concluye Martos.



Puedes seguir leyendo el reportaje completo en
la revista Muy Interesante de abril.

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