Así parece, según los
testimonios de algunos psiquiatras, como el alemán Richard von Krafft-Ebing
(1840-1902). Este describió el caso de Ella Salamon, una mujer que en 1894
falleció en el transcurso de una sesión, “en medio de un llanto ronco”. En
opinión de este experto, “no hay duda de que murió durante la hipnosis”. No
obstante, la literatura médica apenas recoge un puñado de casos de muertes
inducidas por ella. Los efectos secundarios de la hipnosis, por así decirlo,
suelen consistir en leves mareos o una sensación de adormecimiento, según un
estudio realizado en 1970 por la Universidad Estatal de California, en
Fresno. Por el contrario, algunos investigadores señalan que ciertas
prácticas relacionadas con ella sí pueden entrañar riesgos psicológicos.
Como explica la criminóloga Janire Rámila en la revista Preguntas y Respuestas N.º 35 de Muy Interesante, en la denominada hipnosis
regresiva, en la que el afectado pretende recordar vivencias de supuestas
existencias pasadas, se da la posibilidad de que el hipnotizado acabe
desarrollando un trastorno de personalidad múltiple.
Otro de los peligros que
a veces se asocia con este mismo ejercicio es que se implanten falsos
recuerdos de acontecimientos que nunca han sucedido a la persona que se
somete a él, o que incluso se le inculque la certeza de que las cosas que en
teoría está recordando durante la sesión son ciertas, cuando posiblemente no
lo sean.
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