Que sepamos, solo tenemos una referencia de alguien que podría haber andado sobre las aguas hace 2.000 años. Los meros mortales acabamos sumergidos en ella porque nuestro peso vence la tensión superficial, una fuerza que aparece entre las moléculas de agua: si solo fuera un 5 % más intensa no podríamos zambullirnos en la piscina, explica Miguel Ángel Sabadell en la revista Preguntas y Respuestas n.º 37 de Muy Interesante.
Muchos líquidos que conocemos, como el agua o la leche, fluyen siempre de la misma forma, esto es, su viscosidad –la resistencia a fluir– siempre es la misma. Pero hay otras sustancias, como el kétchup, que no siguen esta regla. Son los fluidos no newtonianos, cuya viscosidad varía en función de la presión aplicada. Por eso, cuando el kétchup está dentro del bote y en reposo es espeso; al agitarlo, su viscosidad disminuye y se hace más líquido. De igual manera, si mezclamos una parte de agua con dos de harina de maíz crearemos un fluido no newtoniano de nombre peculiar, el oobleck, que se comporta de forma totalmente opuesta al kétchup: su viscosidad aumenta al aplicarle presión. De este modo, si nos movemos con velocidad suficiente podemos caminar sobre él.
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