jueves, 31 de marzo de 2016

Los flipantes fractales de Bernard Geiger




Cuando se combinan con el programa de visualización DeepDream de Google, estas estructuras geométricas dan lugar a composiciones de ensueño. Así lo reflejan estos fractales con nombre propio creados por el artista Bernard Geiger.

La obra de Bernard Geiger es un descenso en caída libre al reino del surrealismo más extremo, una extraña región digital donde el arte, el intelecto de las redes neurales y la geometría fractal confluyen hasta hacerse uno. El resultado es un cibercosmos de objetos imposibles y entidades biológicas distorsionadas hasta lo grotesco, todas aparentemente abigarradas pero fieles a un orden dictado por los algoritmos que examinan sin descanso los contenidos de internet, explica Abraham Alonso en el reportaje Fractales para flipar que publica en la revista Muy Interesante n. 419 del mes de abril.


Las alucinaciones electrónicas de Geiger constituyen una de las peculiares aplicaciones del software DeepDream, un programa desarrollado por un equipo de investigadores de Google que utiliza un sistema de aprendizaje inspirado en la arquitectura de nuestro cerebro. En esencia, DeepDream examina imágenes, reconoce patrones en ellas y, a partir de la información que recaba en la Red, completa con otras representaciones los posibles huecos que cree encontrar en las tomas originales. De este modo, podría añadir castillos a los espacios entre las elevaciones de una formación montañosa; o quizá sumarle una miríada de picos u ojos humanos a una tarta. Divertido para algunos. Inquietante para otros.

Este software de código abierto funciona como un sistema de inteligencia artificial, y puede entrenarse para que interaccione con las imágenes siguiendo una técnica concreta. Esta versatilidad llamó la atención de Geiger, que ya había explorado las posibilidades artísticas de los fractales, un tipo de objetos cuya estructura se repite en distintas escalas. En la naturaleza, este fenómeno puede apreciarse, por ejemplo, en los cristales que integran los copos de nieve, en los conos que constituyen las características inflorescencias del brécol romanesco o en las hojas de los helechos.



Combinados con DeepDream, los fractales dan lugar a paisajes de una belleza onírica, donde el observador puede perderse en un zoom interminable. Geiger –o Chillheimer, como es conocido en las redes sociales– los ha integrado en piezas audiovisuales –también es compositor– de nombres tan sugerentes como Conejo blanco o La ballena soñadora. Algunos fragmentos de las mismas ilustran las páginas de este reportaje, aunque, eso sí, en ocasiones, los monstruos salen a relucir también en ellas, concluye Abraham Alonso.




¿Qué son las nubes lenticulares?





Las nubes lenticulares deben su nombre a su forma de lenteja, pero también se asemejan a discos abombados o a platillos volantes. Aunque pueden aparecer sobre terrenos llanos, estas curiosas acumulaciones de vapor de agua suelen formarse extendidas sobre la cima de las montañas, ya que se originan por la acción de los vientos que circulan por sus laderas. Una de las condiciones necesarias para que se produzca este vistoso fenómeno meteorológico es que una masa de aire sople relativamente fuerte en dirección a la elevación. La segunda es que exista una inversión térmica en la cima, es decir, una gran diferencia de temperatura y densidad entre una capa de aire superior, más caliente, y otra inferior, más fría, explica Lucía Caballero en la revista Preguntas y Respuestas n.º 36 de Muy Interesante.

Así, el viento que sube se enfría en el camino y el vapor de agua se condensa para formar una nube que normalmente descendería por el otro lado de la montaña. Sin embargo, en este caso, el aire ascendente y frío empuja a la masa caliente superior, que trata de elevarse de nuevo y da lugar a un movimiento ondulatorio.
Entre los montañeros y escaladores, las nubes lenticulares son consideradas como presagio de tormenta. Pueden permanecer durante mucho tiempo suspendidas sobre la cima de las montañas y suelen presentarse aisladas. Sin embargo, en algunas ocasiones llegan a verse varias de ellas juntas, como discos superpuestos, para dar lugar a lo que se conoce como ondas de nubes.




Psicología: cómo causar una buena impresión



Imagina que vas a una entrevista de trabajo. ¿Cuánto tiempo crees que necesita la persona que se sienta al otro lado de la mesa para formarse una opinión de ti? Según investigadores de la Universidad de Princeton, solo diez décimas de segundo.





Así lo constataron Janine Willis y Alexander Todorov, los psicólogos responsables del estudio, que realizaron cinco experimentos para comprobar cómo variaban en el tiempo las opiniones de dos grupos de personas sobre desconocidos de los que se les mostraban fotografías. Los investigadores pedían a los participantes que juzgaran cinco rasgos diferentes de cada individuo fotografiado: su atractivo, su simpatía, su competencia, su agresividad y si parecía fiable. La primera impresión –formada en diez décimas de segundo– apenas variaba cuando aumentaba el tiempo de exposición a las imágenes, asegura Raquel Graña en el artículo La verdad de la primera impresión, que publicamos en la revista Muy Interesante n.º 419 de febrero.

Los veredictos de este grupo se compararon después con los de personas a las que se permitía observar las fotos sin restricción temporal. Las primeras impresiones de estos segundos jueces coincidieron con las del grupo original. De hecho, cuanto más tiempo se les concedía, más se reforzaba su opinión inicial. Willis y Todorov concluyeron que nuestras primeras sensaciones sobre los demás se construyen muy rápidamente, y que resultan mucho más sólidas de lo que cabría esperar, dada la velocidad con la que ocurren.  
Lo cierto es que somos animales predominantemente visuales, y que el mundo –y las personas– nos entran sobre todo por los ojos, un rasgo que algunos avispados aprovechan para ganar dinero. En 2012, cuatro jóvenes estadounidenses –Sean Rad, Justin Mateen, Jonathan Badeen y Chris Gulczynski– crearon Tinder, una app para ligar que se aprovecha de la dificultad de muchos para conocer gente –por timidez o falta de tiempo– y de la celeridad con la que juzgamos el atractivo del prójimo.

Tinder atesora ya más de cincuenta millones de usuarios activos en el mundo, y su funcionamiento es muy sencillo: la aplicación muestra una imagen de una posible pareja –hombre o mujer–, su edad, los kilómetros de distancia a los que se encuentra y una breve descripción. Está conectada con el perfil de Facebook, así que avisa si hay amigos comunes. Si la persona atrae al usuario, este debe deslizar el dedo hacia la derecha en la pantalla del móvil, en señal de aprobación. Si no, lo hará hacia la izquierda, y ese rostro no volverá a aparecer. Si ambas partes aprueban el perfil del otro, Tinder les permite intercambiar mensajes.

Los trabajos de Vivian Zayas, profesora de Psicología en la Universidad Cornell, en EE. UU., inciden en esta línea, y sugieren que los juicios sobre la forma de ser de una persona a la que vemos en una foto predicen con fiabilidad lo que pensaremos de ella al conocerla. Según sus experimentos, las opiniones emitidas a la vista de un retrato permanecen invariables después de que obtengamos más información sobre ese individuo, incluso durante una cita cara a cara. 

Creamos al instante impresiones generales del mundo que nos rodea, pero ¿cuál es el origen de esta capacidad? Una cuestión de supervivencia y adaptación al medio. Pese a disponer de pocos datos, nuestro cerebro escanea con rapidez a quien tenemos delante, con el fin de acabar con su confusión. Según investigadores del Departamento de Psicología de la Universidad de Nueva York, las regiones cerebrales que se activan en este primer reconocimiento son la amígdala, vinculada al aprendizaje emocional; y la corteza cingulada anterior, relacionada con la toma rápida de decisiones. La facilidad con la que llevamos a cabo este proceso nos permite ser precavidos ante los desconocidos que parecen amenazadores. 

Puedes disfrutar del reportaje completo en la revista
Muy Interesante del mes de abril.
Los psicólogos llevan décadas analizando el fenómeno de la formación de las primeras impresiones. A mediados del siglo pasado, el estadounidense Solomon Asch  (1907-1996) teorizó que, cuando conocemos a una persona, nos hacemos una idea global de ella a partir de retazos de información formados por rasgos centrales y periféricos. Para demostrar su hipótesis, Asch elaboró dos listas de siete adjetivos, seis de ellos repetidos –inteligente, habilidoso, trabajador, decidido, práctico y prudente–, y uno diferente: afectuoso y frío. Luego pasó las listas a dos grupos a los que presentó una persona de la que debían hacerse una idea. El grupo que había recibido la lista con la palabra afectuosa mostró una opinión mucho más favorable del sujeto que acababa de conocer que el que había leído el adjetivo frío. Asch replicó el experimento, cambiando estas dos palabras por cortés y descortés. En esta ocasión, apenas había diferencias entre los juicios de los grupos. Conclusión: cortés y descortés eran rasgos periféricos; frío y afectuoso, centrales.

Cómo causar buena impresión. Raquel Graña lo resume en estos cinco puntos:.

l. Sé amable y abierto. Diferentes estudios sugieren que la gente más expresiva y animada causa mejor impresión que la inescrutable. Según el profesor Frank Bernieri, de la Universidad del Estado de Oregón, “las personas fáciles de calar nos resultan menos amenazadoras”.

2. Encuentra similitudes. Esfuérzate en descubrir puntos comunes con los otros: libros que hayáis leído, películas que hayáis visto, aficiones... La atracción por similitud es potente, ya que se basa en el procesamiento cognitivo y la reflexión, lo que hace más sólida una primera impresión positiva.

3. Muestra interés. Si sabemos escuchar parecemos abiertos a una relación. En opinión de la psicóloga social Amy Cuddy, es útil comenzar preguntando, tanto al conocer gente como en entrevistas laborales. Para Rosanna Guadagno, profesora de Psicología en la Universidad de Alabama, “las preguntas en un primer contacto constituyen un signo de interés, no de ataque”.

4. Cuida tu aspecto. Esto tiene gran relevancia en el contexto laboral, sobre todo para las mujeres; dado que los estereotipos de género siguen vigentes, se ven obligadas a tener muy en cuenta su apariencia.

5. Conoce a tu público. Cuando alguien acude a una entrevista de trabajo o va a pronunciar una conferencia, debe conocer de antemano con quién se va a ver las caras. Esto demostrará que se ha preparado y que se merece la oportunidad que se le ha dado.




martes, 29 de marzo de 2016

El enigma de los planetas gigantes


Puedes disfrutar del reportaje completo en la revista
Muy Interesante de abril.

Los astrofísicos están más cerca de descifrar los mecanismos que dan lugar a los mundos más grandes del cosmos –gigantes de gas como Júpiter o Saturno–, los más numerosos entre los detectados fuera del Sistema Solar.


Durante siglos ha supuesto todo un enigma el proceso por el que llegaron a formarse los gigantes gaseosos del Sistema Solar: Júpiter, Saturno, Neptuno y Urano, mucho más grandes que los planetas rocosos –el primero tiene 318 veces más masa que la Tierra y es 1.400 veces más voluminoso–, pero de una menor densidad debido a su naturaleza gaseosa. ¿Pero todo en ellos es gas?
Existen discrepancias entre los científicos acerca de la composición del núcleo: algunos investigadores, como los de la Universidad de Colorado, creen que es una mezcla de roca, metal e hidrógeno; otros, caso de los de la Universidad de California en Berkeley, apuntan que el corazón de estos cuerpos celestes podría ser una fusión de elementos sin definir, comenta nuestro editor de ciencia Miguel Ángel Sabadell en el artículo Planetas gigantes que publica en la revista Muy Interesante n.º 419 el mes de abril..

Harold Levison / Foto: Henry Throop
Existen muchos misterios en torno a estos planetas vaporosos, también llamados jovianos, aunque estamos más cerca de saber cómo surgieron. Y ello gracias a los recientes hallazgos de un equipo de científicos del Instituto de Investigación del Suroeste, en Boulder (EE. UU.), y de la Universidad Queen, en Kingston (Canadá). Liderados por Harold Levison, astrónomo especializado en mecánica planetaria, estos expertos creen que la clave se encuentra en unas habichuelas planetarias que nos llevarán a vislumbrar el origen de los cuatro gigantes de nuestro sistema solar.
El trabajo, publicado hace pocos meses en la revista Nature, propone que la acumulación gradual de objetos de, como mucho, un metro de diámetro –las habichuelas o pepitas– puede explicar cómo se formaron estos mundos, y su planteamiento predice la creación de uno a cuatro gigantes gaseosos por estrella. “Hasta donde sabemos, este modelo es el primero en reproducir la estructura del Sistema Solar exterior, con dos gigantes gaseosos, otros dos gigantes helados –Urano y Neptuno– y un prístino cinturón de Kuiper”, explica Martin Duncan, uno de los autores del ensayo.
Júpiter

Los primeros trabajos en el campo de la recreación de sistemas planetarios datan de los años 60 y suponían que estos cuerpos celestes aparecían por agregación de partículas contenidas en la nube de polvo y gas que rodea a una estrella joven. En décadas posteriores, se introdujeron algunas variables, como las interacciones gravitatorias y las colisiones entre planetoides –objetos más pequeños que los planetas, pero mayores que los asteroides y cometas–, y se fue perfilando que, en el disco protoplanetario, esto es, la zona alrededor de la estrella en la que nacen los planetas, lo primero que se forma son núcleos de hielo y roca que acaban siendo los centros de esos objetos cósmicos. Luego, el gas y el polvo interestelar se van fijando a ellos, haciéndolos crecer poco a poco.
Pero este modelo tenía un talón de Aquiles: y es que si queremos que se acumule una atmósfera importante, como la que posee cualquier gigante gaseoso, se necesita un núcleo sólido de al menos diez veces la masa de la Tierra. Y, para ello, han de pasar muchos millones de años, algo de lo que no disponen estos titanes, porque para crecer necesitan alimentarse del gas que rodea a su estrella, y esta, diez millones de años después de haber nacido, ha dejado su sistema limpio de dicho elemento.

El nacimiento de un gigante gaseoso, en cinco etapas /
Infografía: José Antonio Peñas
Por tanto, la Tierra y demás planetas rocosos pueden tardar en formarse los treinta millones de años que predice la teoría, pero los gigantes gaseosos tuvieron que ver la luz veinte millones de años antes, cuando el gas no había desaparecido aún del Sistema Solar primigenio.
¿Cómo resolver el enigma? Levison y sus colegas se percataron de que la respuesta estaba en lo que llamaron acreción de pepitas. Pensaron que estas debían formarse a un ritmo tan lento como para permitir que los planetesimales –agregados de materia de los que nacen los planetas– tuvieran tiempo para dispersar a sus hermanos del disco de pepitas y así quedarse con todo el pastel.


lunes, 28 de marzo de 2016

¿Puede la cal disolver un cuerpo humano?


Un asistente sanitario arroja cal sobre una víctima 
de un francotirador en Trípoli (Libia).


Como señalan los forenses, matar es muy fácil; lo difícil es deshacerse del cadáver. Tradicionalmente, una de las técnicas más utilizadas es la de espolvorear o sumergir el cuerpo en óxido de calcio, lo que se conoce como cal viva. Por su especial efecto corrosivo, este compuesto provoca la destrucción progresiva de los músculos, nervios y cualquier tejido blando del organismo. El tiempo que tarden en desaparecer depende, sin embargo, de distintos factores, como la temperatura, el mayor o menor volumen del cadáver y la cantidad de cal empleada, explica la criminóloga Janire Rámila en la revista Preguntas y Respuestas n.º 36 de Muy Interesante.

José Bretón
Pero lo que esta no conseguirá jamás por sí sola es acabar con el esqueleto, pues se trata de una parte especialmente dura y resistente. Tanto es así que los huesos únicamente pueden quedar destruidos si son sometidos a temperaturas superiores a 980 ºC, como sucede en los hornos incineradores. Eso es precisamente lo que intentó hacer en 2011 José Bretón, que empleó una pira artesanal para tratar de eliminar todo rastro de los cadáveres de sus hijos, a los que había matado. Aun así, entre las cenizas aparecieron unos delatores restos óseos, concluye Rámila.





domingo, 27 de marzo de 2016

10 consejos para no caer en la venganza



Represalia, revancha, desquite. Diferentes palabras que aportan matices a un concepto familiar para personas de todas las épocas y culturas: la venganza. ¿Cuáles son las claves psicológicas y biológicas de este instinto humano? 


El psicoterapeuta Luis Muiño explora las nuevas investigaciones que tratan de desentrañar en el reportaje Las dañinas raíces de la venganza, que publica en la revista Muy Interesante n.º 419 de abril, los componentes psicológicos y biológicos de este sentimiento tan humano, presente en todas las culturas, épocas e incluso religiones.

Paul Watzlawick fue una importante figura de la psicología del siglo XX. En 1983 publicó un divertido libro que le dio fama: El arte de amargarse la vida. En él habló del peligro de rumiar los pensamientos y la obsesión con el pasado. De este autor y otros psicoterapeutas, Muiño entresaca estos diez consejos que pueden ayudarte a evitar la tentación de la venganza y su amargo sabor:

1. Aumenta tu tolerancia a la frustración. Esta habilidad puede desarrollarse con los años, cuando comprobamos que todo lo que pasa, bueno o malo, cambia con el tiempo: nada permanece. Si encaramos la vida con esa serenidad interior, entendemos los reveses como parte
de nuestra experiencia vital.

2. Cultiva el humor. Reír nos saca de la reiteración con que les damos vueltas a los temas trascendentales. La ironía nos libera y nos da otra perspectiva. Además de ser clarificador, el sentido del humor cambia nuestro ánimo y nos sitúa en una condición en la que resulta más fácil afrontar los problemas. El resentimiento tiene que ver con la parálisis vital: si nos ponemos manos a la obra, la necesidad de resarcirse se diluye.

3. ¿Autocompasión? Jamás. La lástima por nosotros mismos nos hunde más en los momentos negativos y aumenta nuestro apetito de venganza. Lucir sin pudor nuestra mala suerte y nuestras culpas para dar lástima o regodearnos en el fatalismo de pensar que las cosas no pueden cambiar es una estrategia pésima. El victimismo dificulta la solución de problemas.


4. Cambia culpabilidad por responsabilidad. La primera paraliza y nos ancla a lo que deberíamos haber hecho. La segunda mira al futuro y a lo que puedes hacer para cambiar el presente. Nuestro cerebro está hecho para pensar durante un 90% del tiempo en lo que tiene que hacer y el resto en lo que tendría que haber hecho: respetemos esos porcentajes.

5. Distánciate de ti mismo. Tendemos a creernos demasiado a nosotros mismos. Si llegamos irritables al trabajo, es fácil que pasemos un buen rato rumiando nuestros problemas laborales y concluyamos que estamos hartos de ese empleo. Pero quizá lo único que ocurre es que hemos dormido mal o hace mucho calor. La interpretación de lo que pasa nos amarga más que los propios sucesos negativos. Nuestra vida y nuestra psique no van unidas inevitablemente: podemos estar resentidos sin que nadie nos haya hecho nada, y también podemos sufrir agresiones y perdonar.

6. Libera tu ira. Es normal que la sientas cuando no logras lo que deseas. Pero si se acumula, ese rencor se convierte en amargura: contra los demás (mal carácter) o contra nosotros mismos (depresión). Busca espacios para canalizar el resentimiento: practica un deporte duro, rebélate contra una injusticia, grita cuando abusan de ti... Pero elige la ocasión: si exteriorizas la furia en un momento inadecuado, sumarás más pesar.

7. No te contagies de la furia ajena. Personas con poder sobre nosotros (jefes, profesores, clientes…) que lo usan para desahogarse; individuos que se dejan llevar por sus impulsos a la mínima; agoreros a los que encanta que las cosas vayan mal porque eso ratifica sus ideas… Nos rodean propagadores del mal humor que nos incitan a la venganza. Evítalos.

8. Perdónate. Ojo con las expectativas demasiado altas. Muchos amargados son muy autoexigentes y a menudo comprueban que no pueden dar tanto o que no se recompensan sus esfuerzos. Necesitas autoestima incondicional, que te permite quererte aunque hagas mal algunas cosas.

9. Sé más asertivo. La capacidad de mantener una comunicación igualitaria (sabiendo decir no, poniendo nuestros derechos a la misma altura que los ajenos, comunicando nuestros deseos y opiniones...) ayuda a no acumular afrentas que nos llevan al resentimiento. Esta aptitud se cultiva afrontando las situaciones interpersonales que nos tensan: en vez de evitarlas, es útil enfrentarnos a ellas tratando de comunicarnos de la forma más asertiva posible.


10. Cuenta tu pasado sin rencor. No puedes cambiar lo que te ha pasado, pero sí contarlo de otra forma. Si hablas –y te hablas– sin victimismo, transmites que llevas las riendas de tu vida y que solo miras al pasado para aprender de sus enseñanzas. Hazlo y eliminarás gran parte del resentimiento.

Puedes disfrutar del reportaje completo en la revista Muy Interesante
del mes de abril.


¿Vivieron en Brasil los primeros americanos?




En el nordeste de Brasil, en unos abrigos rocosos de la brasileña sierra de Capivara, en el estado de Piauí, uno de los más pobres y agrestes del país, existen unas pinturas rupestres cuya antigüedad ha reabierto un debate sobre quiénes fueron los primeros habitantes del Nuevo Mundo. El modelo clovis, dominante en el último siglo, sitúa la primera cultura americana en Nuevo México, donde se han hallado los restos más antiguos, fechados en el 11500 a. C. Pero las pinturas de Capivara podrían ser muy anteriores, afirma José Ángel Martos en el dossier 20 misterios de la arqueología de la revista Muy Interesante n. 419 de abril.

Algunos estiman que estas representaciones pictóricas –foto de la izquierda– tendrían hasta 20.000 años, lo que significaría una reinterpretación total. Según el modelo clovis, los humanos llegaron a Norteamérica desde Asia, a través del estrecho de Bering. Se cree que seguían el rastro de los mamuts que cazaban durante la Edad de Hielo. Pero esta teoría quedaría desmontada si se demuestra que las pinturas de Capivara son más antiguas.
En la zona, se han hallado más de 750 obras rupestres, en particular en el área de Toca da Bastiana. Se trata de figuras antropomórficas y de animales, y hay escenas de caza y celebración, así como marcas de manos humanas.

En 2013, otro misterio se sumó al anterior: se encontraron en la misma región herramientas de piedra con 22.000 años de antigüedad. Y con ellas se intensificó el debate. Algunos paleontólogos –sobre todo norteamericanos– no aceptan que se cuestione la cultura clovis, pero Niède Guidon –foto de la derecha–, la arqueóloga brasileña que estudió las pinturas por primera vez, mantiene que los humanos llegaron desde África, posibilidad descabellada para muchos, pero con crecientes defensores.
Otro descubrimiento, el del yacimiento de Monte Verde, en el sur de Chile, atestigua que allí hubo presencia humana hace 14.000 años. Esto apunta a otra de las teorías que se manejan: el hombre que arribó al Cono Sur provenía de Oceanía.





sábado, 26 de marzo de 2016

¿Hay cazadores de infieles en internet?



Las redes sociales y las páginas de contactos han facilitado las aventuras extraconyugales. Chatear y quedar para tener sexo con alguien es ahora más sencillo que nunca. Pero ¡ojo!: la red también aumenta el riesgo de ser pillado in fraganti. Sobre todo cuando actúa una cazadora de infieles como
Amy Wade, dice Luis Muiño en la sección Amor y sexo de la revista Preguntas y Respuestas n.º 36 de Muy Interesante.


Contratada por mujeres que sospechan que su pareja es proclive al adulterio, esta mujer de Surrey (Reino Unido) pone a prueba al posible candidato contactando con él a través de Facebook, Tinder o Badoo, y se anuncia como una chica que acaba de llegar a la ciudad y tiene ganas de conocer a hombres del lugar. Deja que el sospechoso dé el paso y luego informa a la potencial cornuda.

Hay webs como cheatingrat.com que ofrecen este servicio. Pero la generalización de los cazaadúlteros genera dudas éticas. ¿Habría acabado mal la relación si el sospechoso no hubiese sido expuesto a una oportunidad tan fácil? Además, aunque haya dado el primer paso, como no llega a culminar la infidelidad nunca se sabrá si se habría arrepentido, concluye Luis Muiño.