lunes, 2 de mayo de 2016

Cómo construyeron los egipcios sus pirámides




¿Cómo levantaron los egipcios las pirámides? Esta es la pregunta que muchos de nosotros nos hacemos cuando admiramos de cerca la majestuosidad de los monumentos faraónicos. Nada de alienígenas ni tecnologías ocultas: la respuesta es una combinación de ingenio y tiempo, un factor que les sobraba a los egipcios.

Un usuario avanzado de internet puede aprender cómo funciona casi cualquier aparato. Además, es probable que en la Red haya un vídeo tutorial que le enseñe a construírselo él mismo. Hoy, el conocimiento se ha diversificado tanto que prácticamente todo el mundo tiene acceso a todo. Pero cuando se levantaron las pirámides egipcias hace unos 4.500 años, el saber era exclusivo de unos pocos y se transmitía de forma oral de maestro a aprendiz. No había rollos de papiro donde se explicara cómo levantar un bloque de quinientas toneladas o cómo perforar con paciencia el granito para vaciar un sarcófago. Ese conocimiento era práctico y se basaba en la experiencia adquirida durante generaciones. 


Es habitual leer o escuchar que toda esa sabiduría se encontraba en la Biblioteca de Alejandría y que se perdió tras el incendio que sufrió esta en tiempos de Julio César. Yo no lo creo así, afirma el escritor, historiador y divulgador Nacho Ares en el artículo ¿Cómo lo hicieron? que publicamos en el especial La ciencia en la Antigüedad y que acompaña a la revista Muy Interesante n.º 240 de mayo. Los métodos de trabajo en el transporte de piedra, el desarrollo de planos para la construcción de edificios o los trabajos en las canteras para extraer material eran conocimientos que, para los egipcios, no tenía sentido poner por escrito y conservar. De lo contrario, habría llegado alguna copia hasta nosotros, al igual que se han preservado papiros médicos, matemáticos, mágicos y de otras muchas cuestiones.

Algo así debió de suceder con el paradigma de las antiguas construcciones egipcias, la Gran Pirámide que el faraón Keops ordenó erigir en la meseta de Guiza. Gracias a los textos, sabemos que fue este rey su impulsor hacia el año 2550 a. C. Según las últimas dataciones, su gobierno se prolongó durante unas tres décadas. Conocemos los lugares de donde proceden los bloques de caliza de la colosal construcción –la cantera de Tura– y los de granito –la cantera de Asuán–. Pero todo lo que rodea a cómo se construyó es aún mera suposición. La pregunta sigue esperando quien la responda: ¿cómo lo hicieron?

Para resolver el enigma, lo mejor que podemos hacer es empezar por la elección de los emplazamientos, dice Ares. En el Egipto de los faraones, el espacio que iba a albergar una construcción era lo más importante. Antes que pensar en el tipo de edificio y su tamaño había que escoger cuidadosamente la ubicación, que no se elegía ni por las vistas ni por la facilidad que pudiera suponer para la ejecución de las obras. Cada sitio recreaba un escenario sagrado y divino; el lugar donde la divinidad se manifestaba a los mortales. 
El significado de esos lugares se ha perdido, pero la sacralidad de los espacios que acogían templos o necrópolis es innegable. En el caso de la Gran Pirámide, conocemos por textos posteriores a Keops que la meseta de Guiza fue un centro de peregrinaje a lo largo de milenios, vinculado primero al culto del sol y luego a Osiris, el dios de la muerte. Allí debió de haber una suerte de horizonte mágico en el que los ritos de adoración al sol y al faraón como encarnación de la divinidad jugaban un papel importante.

No conservamos planos de la Gran Pirámide, pero podemos imaginarnos cómo eran por los que sí nos han llegado de otros monumentos. Algunas tumbas de la necrópolis tebana, en el actual Luxor, ofrecen pistas al respecto. Poseemos papiros y ostraca –lascas de piedra caliza usadas como soporte para el dibujo– con los planos de varias tumbas del Valle de los Reyes. Contamos, entre otros, con uno casi completo de la tumba de Ramsés IX, y varios papiros del Museo Egipcio de Turín nos describen el interior de la que fue la última morada de Ramsés IV.

Pero estos planos de la dinastía XX (hacia 1000 a. C.) son meros bocetos que solo muestran el dibujo de las galerías o el trazado de las cámaras y los contenidos que pudieran albergar tras el funeral. Por desgracia, no hay referencias sobre las medidas de sus pasillos, la altura de las paredes o la orientación del monumento. Muy posiblemente, los planos con toda esta información existieron, pero el tiempo nos los ha arrebatado.

No menos enigmático es saber quién los diseñaba. Si hablamos de arquitectos, la ambigüedad en los títulos empleados en Egipto nos plantea muchas dudas. No existía el término arquitecto, tal y como lo entendemos hoy. Tenemos que deducir que el cargo de jefe de las obras del faraón debía de ser ostentado por la persona que realizaba este tipo de tareas, pero no resulta seguro. Tres nombres protagonizan la historia egipcia en este campoEl primero de ellos es Imhotep, mano derecha del faraón Zoser (2650 a. C.), a quien se le atribuye la construcción de la pirámide escalonada en Saqqara, el primer gran edificio de piedra de la historia. Poco después nos encontramos con el jefe de las obras del faraón Keops, Hemiunu, a quien se responsabiliza de la Gran Pirámide, en cuyo sector oeste se encuentra su propia tumba. 

Mucho más clara es la función como arquitecto de Ineni. En el texto autobiográfico que podemos leer en su tumba de Luxor, Ineni asegura que él realizó algunas de las ampliaciones 
del templo de Karnak para Tutmosis I (1525 a. C.) y, lo más importante, que fue elegido por ese mismo faraón para excavar en la roca de la montaña de Tebas la primera tumba del Valle de los Reyes, explica Ares. 

ASÍ SE LEVANTABA UNA PIRÁMIDE
En el reportaje, también os ofrecemos una posible explicación de cómo se levantaban las pirámides. Que estas intimidantes tumbas no fueran obra de extraterrestres o el fruto de tecnologías desconocidas no reduce el asombro que produce contemplarlas, ni la admiración hacia la cultura capaz de levantarlas con unos medios que hoy resultan rudimentarios.
Los egipcios, muy versados en geometría, las edificaron con base cuadrada. Sus lados son triángulos equiláteros, y se piensa que es posible que conocieran la relación de proporciones entre la hipotenusa y los catetos en un triángulo rectángulo, que se concretaría muchos siglos después en el teorema de Pitágoras. 
Una reciente investigación de la Universidad de Ámsterdam ha descubierto que para acarrear grandes bloques de piedra –algunos de hasta sesenta toneladas de peso– sobre la arena del desierto, uno de los trabajadores iba vertiendo agua ante la parte delantera del trineo transportador, ya que la arena mojada no se acumula y facilita el deslizamiento.  





Puedes disfrutar del reportaje completo en
este especial que se vende conjuntamente con
la revista Muy Interesante del mes de mayo (abajo). 





1 comentario:

  1. La verdad que es impresionante cómo hace tantos años se costruyeron estas obras maestras para la humanidad. Hoy yo estoy buscado un galpon en alquiler que al menos pueda tener una aislación térmica como esas construcciones.

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