Charlot camina tan apresuradamente en sus comedias no para
hacernos reír, sino por un desajuste tecnológico. Cuando se rodaron sus películas,
se registraron a una velocidad de dieciocho fotogramas por segundo; ahora, en
cambio, los proyectores funcionan a veinticuatro.
Asociamos esta alocada velocidad de los personajes con el
cine mudo porque el sistema de dieciocho fotogramas estuvo vigente hasta 1927,
cuando con la llegada del sonoro se pasó a la tecnología de grabación de veinticuatro. Por eso, también este
divertido ritmo resulta consustancial al cine en blanco y negro, que era el
vigente en la época.
La misma idea de la velocidad variable ha sido usada desde
hace muchos años en sentido contrario por los directores cinematográficos, explica José Ángel Martos en la revista Preguntas y Respuestas nº. 36 de Muy Interesante. Se
trata de las escenas a cámara lenta, que en realidad se ruedan a una velocidad
mayor (48 o 72 fotogramas por segundo) y luego son proyectadas a la velocidad
estándar, lo que crea el característico efecto de movimiento gradual.
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