domingo, 18 de octubre de 2015
El alcohol y la hormona del amor tienen efectos similares en el cerebro
Investigadores de la Universidad de Birmingham han puesto de relieve que el alcohol y la oxitocina tienen efectos similares en nuestro cerebro, y que ambas sustancias repercuten de forma parecida en nuestra conducta, para lo bueno y para lo malo. Los resultados del estudio aparecen publicados en Neuroscience and Biobehavioral Review.
La oxitocina, también llamada hormona del amor, es un neuropéptido producido en el hipotálamo y secretado por la glándula pituitaria. Desde hace tiempo se sabe que juega un papel importante en el parto, los lazos maternales y la eyección de la leche materna en respuesta a la estimulación del pezón por la succión del bebé. Más recientemente se le han atribuido otras funciones, como son el reconocimiento y el establecimiento de relaciones sociales y la formación de relaciones de confianza y generosidad entre personas, así como en ciertos aspectos de la conductas sexual, de ahí su apodo hormona del amor. Esta aumenta las conductas prosociales, como el altruismo, la generosidad y la empatía, lo que explica que nos predisponga a confiar en los demás. Esto es así porque inhibe la acción de circuitos cerebrales concretos que se traducen en la relajación neurológica de inhibidores sociales como el miedo, la ansiedad y el estrés.
Según el doctor Ian Mitchell, de la School of Psychology at the University of Birmingham, la hormona del amor actúa de forma similar al alcohol en el cerebro, pues ambas sustancias afectan a la transmisión del ácido γ-aminobutírico (GABA) –neurotransmisor cuya función principal es reducir la excitabilidad neuronal a lo largo del sistema nervioso– en la corteza prefrontal y las estructuras del sistema límbico, esto es, la región primitiva del encéfalo que regula, entre otras cosas, las emociones, la memoria, el hambre y los instintos sexuales. Estos circuitos neurales controlan la forma en que percibimos el estrés o la ansiedad, especialmente en situaciones sociales tales como una entrevista de trabajo o la decisión de entrar a una posible pareja sexual. Tanto la oxitocina como el alcohol pueden hacer que estas tareas estresantes resulten más sencillas y nos mostremos más confiados de la cuenta. Incluso pueden volvernos más agresivos, fanfarrones, envidiosos o intolerantes, según este este estudio.
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