Así serán (de verdad) los viajes interestelares

“El espacio, la última frontera. Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise, en una misión que durará cinco años, dedicada a la exploración de mundos desconocidos, al descubrimiento de nuevas vidas y nuevas civilizaciones, hasta alcanzar lugares donde nadie ha podido llegar”. Este era el propósito de la mítica nave interestelar y que servía de introducción en los créditos iniciales de cada episodio de la serie televisiva Star Trek, que azuzó la imaginación de niños y adultos en los sesenta, década que se finiquitó con la llegada del hombre a la Luna, el 20 de julio de 1969. Ha pasado casi medio siglo y varias secuelas en el cine y la televisión de las aventuras del capitán Kirk y su tripulación sin que se apague la llama de la esperanza de enviar naves tripuladas a mundos lejanos. Pero ¿podremos algún día viajar por la galaxia del mismo modo que también hacen los héroes de Star Wars? A priori, ninguna ley física nos lo impide. Los dos mayores retos con los que se enfrentan las agencias espaciales más poderosas del mundo, aparte de la financiación, son las distancias y el tiempo. Parámetros que solo pueden acometerse con naves interestelares impulsadas por tecnologías que ya se han puesto sobre la mesa o que están por llegar.

En el cosmos, las distancias son enormes. Tanto, que la más rápida de nuestras naves tardaría miles de años en alcanzar la estrella más cercana. No obstante, esto podría cambiar pronto. En la revista Muy Interesante de febrero, Miguel Ángel Sabadell explora algunas de las iniciativas más verosímiles que permitirían a nuestra especie colonizar el espacio. En el reportaje, Sabadell cuenta que, si no queremos quedarnos varados en nuestro planeta para siempre, no solo tendremos que idear nuevos sistemas de propulsión que nos permitan alcanzar otros planetas en un tiempo razonable. También será preciso desarrollar estos tres aspectos.

1. Un sistema de comunicación más rápido y efectivo. Un problema especialmente importante es mantener las comunicaciones con la Tierra de forma continuada y sin pérdidas. Los responsables del proyecto LaserCommunications Relay Demonstration, en el que la NASA trabaja desde hace unos años, pretenden lanzar en 2017 un satélite que usará haces láser para transferir datos entre las naves y las estaciones terrestres hasta cien veces más rápido que en la actualidad. De este modo, una foto tomada en Marte por un róver solo tardaría cinco minutos en llegar a la Tierra. Ahora transcurren noventa.

2. Un sistema de navegación preciso. Para viajar por el espacio, debemos contar con un excelente sistema de navegación, y eso empieza por tener a bordo un reloj lo más exacto posible. Por este motivo, otro grupo de expertos de la NASA está inmerso en el desarrollo del Deep Space Atomic Clock, instrumento sumamente estable que solo arroja un error de un microsegundo cada diez años. A mediados de este año está previsto que se pruebe en una órbita baja.

3. Un sistema de mantenimiento de vida autónomo. Los astronautas necesitan comida, agua y aire. Se puede llegar a recuperar todo el oxígeno del CO2 que exhalan, pero, de momento, ningún sistema es automantenido y no será fácil obtener los recursos más básicos cuando tengamos que viajar durante años lejos de la Tierra.