martes, 5 de enero de 2016

Cómo funciona el internet planetario




Hay más de 3.000 millones de seres humanos conectados a la Red. En 2020, la cifra podría aumentar hasta los 7.000 millones; y en algún punto de la próxima década, internet habrá llegado a la práctica totalidad de las personas.
Pero en un futuro no muy lejano, la Web se enfrentará a un reto mayor. Cuando tengamos las primeras bases permanentes en Marte –la NASA se ha puesto como meta el año 2020 para diseñar un plan que nos lleve al planeta rojo–, ¿cómo podrán los astronautas que lleguen allí hablar con sus familias o visitar una página web?
Las misiones de exploración utilizan sistemas de radioenlace lentos y poco efectivos. Lo hacen forzadas por varias razones. La principal es que una antena potente es también muy pesada y consume mucha energía. En sondas como las enviadas a Marte, en las que el peso es un factor clave, esto se traduce en compromisos de diseño que obligan a disponer de una conexión de velocidad muy inferior a la que estamos acostumbrados. El róver Curiosity, por ejemplo, solo es capaz de transmitir a la Tierra a una velocidad de 32 kilobits por segundo, cientos de veces menor que una conexión ADSL simple.
La NASA trabaja en una infraestructura que multiplique esa velocidad de transferencia. Esta tarea es parte del programa Deep Space Network (DSN)–red del espacio profundo–, que organiza las comunicaciones con las diferentes misiones en activo de la agencia espacial a través de una red de tres bases repartidas por diferentes puntos del globo –una de ellas es la estación de Robledo de Chavela, en Madrid–. Separadas 120 grados sobre la superficie del planeta, estas bases pueden escuchar en cualquier dirección mientras la Tierra gira. En el caso de Marte, la NASA estudia crear una constelación de seis satélites que orbiten alrededor del planeta y funcionen como un nodo para las misiones que estén en la superficie. Esos satélites tendrán una conexión de gran ancho de banda con la estación de la DSN que apunte en ese momento en la dirección adecuada.
¿El único problema? No. La latencia o suma de retardos temporales dentro de una red es otro. Aunque el ancho de banda sea alto, la velocidad de transmisión nunca superará la de la luz. En la Tierra, la distancia entre los diferentes nodos de una conexión no es significativa: ordenadores separados por miles de kilómetros de fibra óptica se comunican con un retardo de milisegundos. En una conexión con Marte, el tiempo de transmisión de un mensaje oscila entre los tres y los veintidós minutos, según la posición relativa que ocupen los planetas en el momento del intercambio. Podremos transmitir varios megas en un segundo, pero tardarán mucho en llegar a su destino. 
Te lo cuenta Ángel Jiménez de Luis en la revista Preguntas y Respuestas Nº. 35 de Muy Interesante.


No hay comentarios:

Publicar un comentario