La esposa del faraón hereje
Akenatón se ha convertido en la musa de la egiptología. Su belleza clásica
inmortalizada en la famosa estatua, sumada a la fascinación que ejerce el
reinado revolucionario y trágico de su marido, hace que se den alas a
cualquier hallazgo, a la zaga de recuperar el interés mágico y turístico por
Egipto.
La última novedad es mera
hipótesis, pero no la ha formulado un cualquiera. El conocido egiptólogo
británico Nicholas Reeves, que en 2000 descubrió una de las últimas tumbas
halladas en el Valle de los Reyes, la denominada como KV63, ha conmocionado a
expertos y neófitos en la historia del antiguo Egipto con una arriesgada
suposición: la tumba de Nefertiti estaría situada junto a la de Tutankamón.
Según cuenta el periodista José Ángel Martos en el dossier 20 grandes misterios de la arqueología, que publica en la revista Muy Interesante n.º 419 del mes de abril, Reeves llegó a esta
conclusión estudiando las imágenes escaneadas en alta resolución del
perímetro de la tumba del joven rey, que se tomaron para recrear la cámara en
un lugar aparte y evitar el desgaste de la original. Así dio con las señales
de dos puertas, que conducirían a sendas cámaras. Una sería tan solo una
pequeña habitación de almacenaje. Pero la otra, hacia el norte, sería mucho
mayor y, en palabras de Reeves, “contendría la sepultura intacta de la
propietaria original de la tumba, Nefertiti”.
Pero ¿por qué Nefertiti y no
otro personaje? Al analizar ciertas pinturas de la tumba, el egiptólogo
encontró en imágenes del dios Osiris rasgos físicos tradicionalmente
asociados a la reina. Además, es sabido que la de Tutankamón no es una tumba mayor,
algo que siempre se ha relacionado con su muerte prematura a los diecinueve
años. Al no tener tiempo para edificar, no habría habido otra solución que
asignarle un espacio funerario preexistente, que podría haber sido parte de
una tumba más importante.
La teoría fue
recibida con un intenso fuego de artillería de los rivales de Reeves, como el
antaño omnipotente Zahi Hawass, que lo expulsó en 2002 del Valle de los Reyes
bajo la acusación de tráfico de antigüedades. Sin embargo, el actual
Gobierno egipcio ha autorizado al británico a investigar con un radar no
invasivo en la tumba de Tutankamón, trabajo que empezó en noviembre pasado.
El escaneado con radar –el método más efectivo– lo dirige un veterano y
prestigioso científico japonés, Hirokatsu Watanabe, cuyos primeros resultados
encajan con las teorías de Reeves. Parece que hay “una entrada a algo”, dijo
el nipón tras la primera exploración. Falta saber a qué y, quizá, a quién.
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jueves, 7 de abril de 2016
Aquí (quizá) descansa Nefertiti
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