En algún momento de su vida,
entre el 60%
y el 80%
de las personas sufrirá molestias de espalda. Los evolucionistas lo
consideran algo inevitable: sería un efecto secundario de caminar erguidos y
apoyar nuestro peso sobre los pies, ya que la columna vertebral estaba
diseñada originalmente para trepar por los árboles. Según la Organización Mundial de la Salud, aunque este dolor suele quedar relegado a un segundo
plano, las cifras muestran que su impacto sobre la salud mundial supera al de
la malaria, el cáncer de pulmón o la diabetes.
La buena noticia es que se
puede prevenir de algún modo, advierte la periodista científica Elena Sanz en la revista Preguntas y Respuestas n.º 36 de Muy Interesante. Y no solo evitando las malas posturas. Linda
Carroll y sus colegas de la Universidad de Alberta, en Canadá, descubrieron
que la depresión nos vuelve cuatro veces más propensos a padecer de la
columna. Una investigación de la Academia Estadounidense de Cirujanos Ortopédicos contempla también ese trastorno mental como factor de riesgo
junto con la obesidad, el consumo excesivo de alcohol y la dependencia de la
nicotina.
Otro trabajo de la
Universidad Northwestern (EE. UU.) confirma la relación directa entre el
tabaco y el dolor crónico de espalda: según Bogdan Petre y sus colegas, los
fumadores tienen tres veces más posibilidades de sufrirlo que los no
fumadores. Los escáneres con resonancia magnética funcional sugieren que este
inesperado vínculo se debe a que los cigarrillos modifican el cerebro y su
capacidad de resistir al sufrimiento físico. Y es reversible: quienes
abandonan el vicio también reducen su vulnerabilidad a ese tormento.
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domingo, 10 de abril de 2016
Por qué le duele la espalda a tanta gente
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