viernes, 29 de abril de 2016

¿Los animales tienen sentido del humor?


Aún es un debate abierto entre los zoólogos, pero muchas observaciones y experimentos parecen apuntar a que al menos ciertas especies animales se ríen e incluso les gastan bromas a sus semejantes.  


En 2011, el bebé de pingüino Cookie se hizo mundialmente conocido cuando a su cuidadora en el zoo de Cincinnati le dio por hacerle cosquillas en la barriga y, luego, colgó el vídeo en YouTube. El polluelo se desternillaba. Los propietarios de perros asocian la mueca que luce su mascota cuando juega y se siente feliz a una sonrisa. Y algunos investigadores sostienen, incluso, que no solo los primates, los más cercanos evolutivamente a nosotros, sino que también las ratas se ríen. ¿Quiere esto decir que los animales tienen sentido del humor? Es una cuestión muy discutida por la comunidad científica, según advierte Anabel Herrera en el artículo Guasones por naturaleza de la revista Muy Interesante n.º 420 de mayo, y que forma parte del dossier Anatomía del humor.



El neurocientífico estonio afincado en Estados Unidos Jaak Panksepp ha dedicado gran parte de su vida a investigarlo, sobre todo experimentando con ratas. Suya es la teoría de que los roedores de laboratorio emiten ciertos sonidos ultrasónicos de alta frecuencia –fuera de nuestro campo auditivo, pero de fácil detección para sus congéneres– equiparables a las risas. Otro de sus inesperados descubrimientos es que estos animales salen corriendo cuando prevén que les van a hacer cosquillas, y a veces incluso lanzan sus carcajadas ultrasónicas antes de que haya habido contacto físico, en especial los individuos más jóvenes.

Al parecer, no son tan distintos de nuestra especie, lo cual sugiere que la risa podría existir en la naturaleza mucho antes de que naciera la palabra. Lo prueba, según Panksepp, el hecho de que los bebés griten de alegría cuando ni siquiera han empezado a expresarse verbalmente.
“De hecho, la expresión humana pudo evolucionar a partir de los sonidos que hacía nuestro ancestro común, similares a los jadeos que emiten los grandes simios durante sus juegos. Tales resuellos son, en realidad, una señal comunicativa que indica a sus compañeros que es divertido y no deben preocuparse, ya que muchas veces pueden ser bastante brutos”, afirma Miquel Llorente, presidente de la Asociación Primatológica Española (APE).

Miquel Llorente, de APE.
Para Marina Davila-Ross, de la Universidad de Portsmouth, en el Reino Unido, el gesto de la risa no aparece como mera consecuencia de una vocalización, sino que tiene su función propia. Según sus investigaciones, nuestros ancestros primates fueron los primeros en desarrollar los rasgos faciales característicos de esta manifestación de alegría, hace entre diez y dieciséis millones de años.

Davila-Ross estudió las vocalizaciones inducidas por cosquillas en las cuatro especies de grandes simios –orangutanes, gorilas, chimpancés y bonobos– y las comparó con la risa en bebés. El análisis reveló muchas similitudes entre nuestras expresiones y las de ellos. Los grandes simios, además, son capaces de copiar los gestos de sus compañeros cuando están jugando. Y lo hacen a tal velocidad que hace pensar que se trata de una conducta involuntaria. O sea, que reírse también es contagioso entre los animales.



Para Llorente, “todavía queda mucho por hacer en este campo. Los estudios comparativos demuestran que nuestros parientes más cercanos, chimpancés y bonobos, emiten un tipo de jadeo muy similar al patrón de los bebés humanos cuando ríen”. En cambio, gorilas y orangutanes, más alejados de nosotros en la línea evolutiva, generan un patrón acústico diferente. “De todos modos, al darse en el mismo contexto, es posible que se trate de un tipo de risa aún más primitiva, a partir de la cual se derivaría la del resto de grandes simios”, añade Llorente.

A estas alturas, cabe plantearse si nuestros parientes primates saben gastar bromas o hacer chistes, por ejemplo. A priori, la cantidad de vídeos de monos perpetrando trastadas que podemos encontrar en YouTube nos hace pensar en una respuesta afirmativa, señala Herrera.


Puedes disfrutar del reportaje completo en la revista
Muy Interesante del mes de mayo.



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