martes, 12 de abril de 2016

Ortorexia: la peligrosa obsesión por comer sano




Dedican horas a planificar un menú en el que solo caben alimentos naturales, sin conservantes, sin azúcares y ni un ápice de grasa. Ortorexia es el nombre del trastorno que padecen las personas obsesionadas con la comida saludable.

¿Llevas un par de rebanadas de pan de espelta en el bolso? ¿Una manzana ecológica en la guantera del coche? ¿Quizá un botecito de sirope de agave por si se tercia tomar un café a media mañana? Si has dicho que sí a al menos a una de las tres preguntas nos atrevemos a concluir que seguir una alimentación sana y equilibrada está en las primeras posiciones de tu lista de prioridades. Lo cual, lejos de ser un problema, se considera en principio un excelente hábito, merecedor de todos los elogios.

Sin embargo, en los últimos años se está detectando cómo esos pequeños e inocentes gestos relacionados con la dieta son, en realidad, la punta del iceberg de un problema realmente serio que está creciendo de forma silenciosa, advierte la periodista de salud Eva Carnero en el reportaje La obsesión por comer sano que publica en la revista Saludable n.º 6 de Muy Interesante. Nos referimos a la ortorexia, un trastorno de la conducta basado en la obsesión por la alimentación sana y que se oculta tras el disfraz de “un estilo de vida saludable”. Esta dolencia se extiende fácil y rápidamente debido a que la sociedad ve con buenos ojos a quienes escogen la salud como criterio para organizar su esquema dietético.

A pesar de que, según la OMS, el 28% de la población de los países occidentales muestra indicios de sufrir ortorexia, esta institución no la reconoce como una enfermedad. Lo cual no es óbice para ignorar ni su existencia ni las consecuencias físicas y mentales que acarrea.
Este comportamiento pseudosaludable “es el causante de que la mayoría de las veces resulte muy difícil que una persona sea consciente de que la padece, al menos en los inicios de este hábito”, advierte José Manuel Arcega, psiquiatra del Instituto de Trastornos Alimentarios (ITA) de Barcelona, quien ve en esos primeros momentos “una suerte de luna de miel, ya que el sujeto todavía no se ha topado con las consecuencias negativas de esta conducta”.

A nadie puede parecerle extraño que una persona renuncie a tomar alimentos con muchas calorías. Entra dentro de las recomendaciones médicas habituales. El problema empieza cuando de la cesta de la compra se caen productos fundamentales para la salud. Por ejemplo, está de moda prescindir de los que incluyen gluten, algo que solo deberían hacer los intolerantes a estas proteínas, porque, entre otros nutrientes, aporta vitaminas del grupo B y minerales como el calcio, el hierro y el zinc, imprescindibles para nuestro organismo.

Si este patrón alimentario sigue avanzando y la persona pasa de llevar un kit de supervivencia con platos propios a renunciar a los ingredientes cuyas características no conoce, “puede llegar al aislamiento social y a sentirse culpable por transgredir la dieta que se impone. En ese caso, se deja de disfrutar con la comida, y el individuo se centra mucho más en las cualidades de los productos que en lo que ingiere”, explica el psiquiatra.

SU IMPACTO EN LA SALUD 
La ortorexia no aparece de repente, advierte Carnero. Antes de llegar a ese escalón final se pasa por otros niveles previos. Cada uno reviste una importancia y peligrosidad mayor que el anterior. Así, esta selección limitada de alimentos que el ortoréxico realiza suele traducirse en lo siguiente:


– “Una restricción de la ingesta de calorías, con su correspondiente pérdida de peso, lo que puede tener repercusiones importantes en la salud”, describe Carlos Sánchez, jefe de Endocrinología y Nutrición del Hospital General de Valencia.

 Si avanza, puede suponer un peligro vital al provocar un descenso de los valores sanguíneos de sodio y una reducción grave de las cifras de glóbulos rojos, blancos y plaquetas”, añade.

– “Finalmente, según el grado de restricción alimentaria que se ejerza, al final se pueden producir déficits vitamínicos o minerales con efectos en la salud”, advierte el doctor Sánchez.
La directora técnica de la clínica Alimmenta, Juana María González, apunta otros indicios, como “el aumento de la fatiga y el cansancio y problemas para conciliar el sueño”.

Puedes disfrutar del reportaje completo en la revista Saludable
de Muy Interesante. 




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