Las enormes masas de hielo que bajan
por las laderas de las montañas de las zonas más frías del planeta contienen
básicamente agua. Sin embargo, en la Antártida hay un paraje regado por
torrentes de color rojizo conocidos como cataratas de sangre, explica la periodista Lucía Caballero en la sección Planeta Tierra de la revista Preguntas y Respuestas N.º 35 de Muy Interesante.
El fluido
carmesí surge como de una herida abierta desde las entrañas del glaciar
Tay-lor, nombrado así en honor del geógrafo y explorador australiano Thomas
Griffith Taylor, miembro de la expedición de Scott al Polo Sur de 1911. Él
fue el primero en admirar este singular paisaje en la región antártica de los
Valles Secos de McMurdo, donde la ausencia de hielo, pues apenas hay
precipitaciones, en algunos puntos deja al descubierto un terreno desértico, cuenta Caballero.
La
mole del glaciar, que alcanza 54 km de largo y 400 m de espesor, no está
totalmente congelada. La parte sólida cabalga sobre un lago cuyas aguas
poseen una concentración de sal cuatro veces superior a la de los océanos y
mucho hierro. Aunque los científicos pensaban que el color rojo provenía de
una población de algas, lo cierto es que se debe a dicho metal: cuando el
líquido sale al exterior, el ion ferroso se oxida al contacto con la
atmósfera, y sus óxidos –poco solubles– se depositan en la superficie. La
zona de salmuera subyacente tiene entre 1,5 y 2 millones de años de
antigüedad y aloja un rico ecosistema de bacterias autótrofas que metabolizan
los iones de azufre y hierro.
La microbióloga de la
Universidad de Tennessee Jill Mikucki –a la derecha, con gorro– fue la responsable del hallazgo. Según
los análisis de laboratorio, estos organismos microscópicos usan el sulfato
como catalizador en la respiración, toman hierro en su forma férrica
–insoluble– y lo transforman en ferroso –soluble en agua– usando como fuente
de energía la materia orgánica enterrada junto a ellos. Mikucki y su equipo
han sido los primeros en observar el fenómeno en la naturaleza. Debido a su
aislamiento, los microorganismos habrían evolucionado al margen del exterior,
diferenciándose de las bacterias similares que habitan los océanos, concluye Caballero.
Vídeo del glaciar glaciar Tay-lor:
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miércoles, 17 de febrero de 2016
El enigma del sangrado de los glaciares
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