Investigadores de la Universidad de Granada
y el Servicio Andaluz de Salud, pertenecientes al
Centro Genómica e Investigación Oncológica (GENYO), abren
la puerta al diseño de nuevos fármacos antitumorales y a tratamientos más
personalizados frente al cáncer.
Los científicos de Granada han patentado un nuevo método que permite, con un simple
análisis de sangre, identificar las células causantes de la metástasis, situación que aparece cuando las
células se desprenden de un tumor canceroso y se desplazan a otras áreas del
cuerpo a través del torrente sanguíneo o los vasos linfáticos, para colonizar nuevos lugares donde prosperar. El trabajo, supone un paso de gigante en el diseño de nuevos fármacos antitumorales y de tratamientos más
personalizados frente a esta enfermedad, que se cobrará la vida de más de ocho millones de personas en el mundo durante 2016.
El director Científico de GENYO e investigador
principal del Grupo de Biopsia Líquida y Metástasis que ha patentado esta
investigación, José Antonio Lorente Acosta, ha destacado durante la
presentación la gran importancia clínica que tiene controlar el proceso de
metástasis del cáncer. “Más del 80 % de las muertes por
cáncer se deben a la metástasis, no al tumor original, por lo que conocer cómo
se produce exactamente este mecanismo resulta fundamental para poder diseñar
nuevos fármacos que sean eficaces frente a ella”, señala el profesor Lorente. Los nuevos marcadores permiten identificar por primera vez todas las subpoblaciones existentes de células tumorales circulantes (CTC), que son las responsables de la metástasis, pues se infiltran en la sangre o la linfa para colonizar así órganos distantes al tumor original.
Los científicos de GENYO han logrado realizar
la radiografía más exhaustiva conseguida hasta la fecha de estas CTC, “lo que permite realizar un diagnóstico y pronóstico del cáncer con un simple análisis
de sangre, y hará posible, además, seguir en tiempo real, tanto la eficacia de los tratamientos
contra el cáncer como la aparición de la metástasis, aun cuando el tumor
primario haya sido extirpado”. Los autores de esta investigación, entre los
que se encuentran también los oncólogos José Luis García Puche y José Expósito
Hernández, afirmaron que “en la actualidad existen pocos estudios que analicen
ese auténtico valle de la muerte, que va desde el tumor primario hasta que
las CTC provocan la metástasis en otro órgano distinto. Por ello, es necesario
profundizar en cómo se comportan estas células tumorales, y establecer dianas
terapéuticas frente a ellas”.
El concepto de biopsia líquida ha sido
introducido recientemente dentro del contexto biomédico, para el seguimiento
personalizado de los pacientes oncológicos. “El principal objetivo de la
biopsia líquida es detectar, mediante un simple análisis de sangre, la
potencial agresividad de la enfermedad
y, en función de los biomarcadores
analizados en ese test sanguíneo,
determinar qué tratamiento puede ser más efectivo para el paciente”, comentan los investigadores de GENYO.
Estos test personalizados hacen posible
acceder a información biológica del tumor en pacientes donde no es posible
realizar una biopsia sólida, como es el caso del cáncer de
pulmón metastásico, y aportan información complementaria a las biopsias sólidas, puesto que permiten determinar
si, a lo largo del tiempo, las dianas terapéuticas identificadas en el tumor
biopsiado se siguen manteniendo. “Esta información es esencial, porque el
cáncer no es una enfermedad estable: las células tumorales son capaces de
cambiar sus características genéticas
a lo largo del proceso tumoral”, señala el profesor Lorente.
La importancia de las biopsias liquidas
radica, por lo tanto, en la propia naturaleza de la enfermedad, que implica cambios genéticos en las
células tumorales, que a su vez
les permiten escapar a la acción tanto del sistema inmunológico como a la
acción de los tratamientos administrados. La incorporación de estos test a la práctica
clínica es una necesidad ineludible, que no solo permitirá el establecimiento
de métodos más personalizados para el paciente, sino que implicará también un
menor gasto sanitario, al poder identificar de forma precoz la respuesta desarrollada por los
pacientes, lo que evita sobretratamientos y la toxicidad que acompaña a estas terapias.
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