domingo, 14 de febrero de 2016

El misterioso origen de la conciencia

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la revista Muy Interesante de febrero del 2016

Filósofos y neurocientíficos abordan el problema de la conciencia con posturas encontradas: mientras unos creen que es una simple ilusión fabricada por el cerebro, otros sostienen que sí existe, aunque no esté localizada en un lugar concreto. 

Francis Crick (1916-2004), biólogo y físico con el Premio Nobel bajo el brazo por la descripción de la doble hélice del ADN, fue quien se atrevió a dar el paso decisivo y acabar con el ostracismo científico en el que se encontraba el estudio de la conciencia. Básicamente, el problema al que se enfrentaba Crick era el siguiente: ¿cómo puede ser que un sistema físico genere estados conscientes? En 1995, el filósofo de origen australiano David Chalmers declaró que existía un problema difícil y un problema fácil de la conciencia. El primero consistiría en tratar de responder a la pregunta de cómo puede ser que un sistema físico genere estados conscientes, algo del todo irresoluble, según él. En cambio, el problema fácil, que básicamente trataría de explicar cómo guarda y computa la información el cerebro, no es que fuera moco de pavo ni mucho menos, pero sí que podría solucionarse siguiendo la metodología sistemática de la ciencia, dice el autor del artículo, Roger Corcho, en el dossier Grandes enigmas de la ciencia que publica en la revista Muy Interesante del mes de febrero.

Chalmers, en definitiva, lo que planteaba es que la ciencia solo podía aspirar a explicar los aspectos menores y secundarios que rodean a la conciencia. Pero Crick ya se había propuesto resolver el problema difícil mucho antes de que Chalmers introdujera esta dualidad. En ese mismo año de 1995 vio la luz La búsqueda científica del alma, libro donde Crick presentó al público las investigaciones que había llevado a cabo hasta la fecha. “Nuestros gozos y nuestras penas, nuestros recuerdos y nuestras ambiciones, nuestro sentido de identidad personal y de libre albedrío, no son en realidad sino la conducta de vastos ensamblajes de neuronas y de sus moléculas asociadas”, manifestó el biólogo. Solo faltaba dilucidar el proceso que conducía de la masa gris a la mente consciente.

El periodista científico Roger Corcho entrevista para el dossier de Muy Interesante, donde desarrolla cuatro de los mayores misterios de la ciencia –los orígenes del universo, la materia, la vida y la conciencia–, a John Searle (Denver, Colorado, 1932), leyenda viva de la filosofía, imparte su magisterio en la Universidad de California, en Berkeley, desde hace 56 años.

-Es un escándalo que en un tema como el de la conciencia no haya acuerdo ni siquiera sobre su existencia...
-Filósofos como Daniel Dennett están atrapados en la idea de que reconocerla implicaría asumir alguna forma de misticismo y la inmortalidad del alma. Yo afirmo que es un fenómeno biológico localizado en el cerebro, como la digestión tiene lugar en el estómago, mientras  que Dennett lo compara con un programa de ordenador.

-Los astrónomos resuelven sus disputas con datos. ¿Sería posible dirimir así este asunto?
Habría que vencer 2.000 años de tradiciones equivocadas, algo que no se consigue de la noche a la mañana. La locura de una posición como la de Dennett se olvidará rápidamente. Durante centurias se nos ha explicado que la conciencia no podía ser una parte de nuestro mundo físico. Y, por supuesto, sí lo es.

-¿Concepciones erróneas pueden conducir a investigaciones inútiles?
Con las tecnologías actuales podemos señalar el lugar en el cerebro donde un individuo ha dejado de ver un pato y ve un conejo, mientras que yo defino la conciencia como una característica global. Aunque algunos científicos exploran esa vía, como Rodolfo Llinás y Wolf Singer, el problema es que las técnicas de investigación locales son mucho mejores. Hay dos procedimientos comunes: el estudio de una sola neurona para observar cómo se enciende bajo determinadas condiciones; y la resonancia magnética funcional, que muestra la actividad de una zona del cerebro cuando se ejecuta una acción. Ambas estrategias se atienen a puntos concretos, no al conjunto. El lingüista Noam Chomsky ha asegurado que nunca seremos capaces de entender qué es la conciencia... Sabemos que el cerebro la crea mediante procesos neurobiológicos. No hay razón para que no lleguemos a comprender cómo surge.





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