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la revista Muy Interesante de febrero del 2016 |
Filósofos y neurocientíficos abordan el problema de la
conciencia con posturas encontradas: mientras unos creen que es una simple
ilusión fabricada por el cerebro, otros sostienen que sí existe, aunque no esté
localizada en un lugar concreto.
Francis Crick
(1916-2004), biólogo y físico con el Premio Nobel bajo el brazo por la
descripción de la doble hélice del ADN, fue quien se atrevió a dar el paso
decisivo y acabar con el ostracismo científico en el que se encontraba el
estudio de la conciencia. Básicamente, el problema al que se enfrentaba Crick era el
siguiente: ¿cómo puede ser que un sistema físico genere estados conscientes? En
1995, el filósofo de origen australiano David Chalmers declaró que existía un problema
difícil y un problema fácil de la conciencia. El primero consistiría en tratar
de responder a la pregunta de cómo puede ser que un sistema físico genere
estados conscientes, algo del todo irresoluble, según él. En cambio, el problema fácil, que básicamente trataría de
explicar cómo guarda y computa la información el cerebro, no es que fuera moco
de pavo ni mucho menos, pero sí que podría solucionarse siguiendo la
metodología sistemática de la ciencia, dice el autor del artículo, Roger Corcho, en el dossier Grandes enigmas de la ciencia que publica en la revista Muy Interesante del mes de febrero.
Chalmers, en definitiva, lo que planteaba es que la ciencia
solo podía aspirar a explicar los aspectos menores y secundarios que rodean a
la conciencia. Pero Crick ya se había propuesto resolver el problema difícil
mucho antes de que Chalmers introdujera esta dualidad. En ese mismo año de 1995
vio la luz La búsqueda científica del alma, libro donde Crick presentó al
público las investigaciones que había llevado a cabo hasta la fecha. “Nuestros
gozos y nuestras penas, nuestros recuerdos y nuestras ambiciones, nuestro
sentido de identidad personal y de libre albedrío, no son en realidad sino la
conducta de vastos ensamblajes de neuronas y de sus moléculas asociadas”,
manifestó el biólogo. Solo faltaba dilucidar el proceso que conducía de la masa
gris a la mente consciente.
El periodista científico Roger Corcho entrevista para el dossier de Muy Interesante, donde desarrolla cuatro de los mayores misterios de la ciencia –los orígenes del universo, la materia, la vida y la conciencia–, a John Searle (Denver, Colorado, 1932), leyenda viva de la
filosofía, imparte su magisterio en la Universidad de California, en Berkeley,
desde hace 56 años.
-Es un escándalo que en un tema como el de la conciencia no
haya acuerdo ni siquiera sobre su existencia...
-Filósofos como Daniel Dennett están atrapados en la idea de
que reconocerla implicaría asumir alguna forma de misticismo y la inmortalidad
del alma. Yo afirmo que es un fenómeno biológico localizado en el cerebro, como
la digestión tiene lugar en el estómago, mientras que Dennett lo compara con un programa de ordenador.
-Los astrónomos resuelven sus disputas con datos. ¿Sería
posible dirimir así este asunto?
Habría que vencer 2.000 años de tradiciones equivocadas,
algo que no se consigue de la noche a la mañana. La locura de una posición como
la de Dennett se olvidará rápidamente. Durante centurias se nos ha explicado
que la conciencia no podía ser una parte de nuestro mundo físico. Y, por
supuesto, sí lo es.
-¿Concepciones erróneas pueden conducir a investigaciones
inútiles?
Con las tecnologías actuales podemos señalar el lugar en el
cerebro donde un individuo ha dejado de ver un pato y ve un conejo, mientras
que yo defino la conciencia como una característica global. Aunque algunos
científicos exploran esa vía, como Rodolfo Llinás y Wolf Singer, el problema es
que las técnicas de investigación locales son mucho mejores. Hay dos
procedimientos comunes: el estudio de una sola neurona para observar cómo se
enciende bajo determinadas condiciones; y la resonancia magnética funcional,
que muestra la actividad de una zona del cerebro cuando se ejecuta una acción.
Ambas estrategias se atienen a puntos concretos, no al conjunto. El lingüista Noam Chomsky ha asegurado que nunca seremos capaces
de entender qué es la conciencia... Sabemos que el cerebro la crea mediante procesos
neurobiológicos. No hay razón para que no lleguemos a comprender cómo surge.
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