Los gigantescos
dirigibles parecieron firmar su sentencia de muerte con el incendio que
destruyó el Hindenburg alemán el 6 de mayo de 1937 en Nueva Jersey (EE. UU).
Pero no. Periódicamente tenemos noticia de proyectos de resurrección de
aquellas aeronaves sustentadas por depósitos llenos de gases como el hidrógeno
y el helio. Ahora es el turno del Halo, una idea de la firma británica AndrewWinch Design.
La mayor residencia aérea. De construirse, este coloso
volante tendría espacio en sus dos cubiertas circulares –de ahí el nombre de halo, ya que aquellas rodearían la nave– para veinte suites y habitaciones, varios
salones y restaurantes, salas de conferencias y trabajo, un spa, un cine... Y eso no sería lo más
llamativo, porque este loco heredero de los zepelines germanos podría
transportar en su bodega un yate de 54 metros de eslora; un submarino;
helicópteros; coches –de lujo, se entiende–...
La iniciativa, técnicamente
viable, se enfrenta ahora a la búsqueda de financiación. Sugerimos a sus
promotores una gira por los Emiratos Árabes Unidos y países adyacentes, según puedes leer en la revista Muy Interesante N.º 417 de febrero.
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