viernes, 12 de febrero de 2016

Desarrollan un método objetivo que permite saber si una persona está o no enamorada



Investigadores del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento de la Universidad de Granada han determinado los cambios de temperatura que experimenta el cuerpo cuando se contempla la imagen de la persona amada. Los resultados demostraron que el amor sube la temperatura en las mejillas, los alrededores de la boca, las manos, el pecho y los genitales entre uno y dos grados centígrados.

Científicos  del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC) de la Universidad de Granada (UGR) han desarrollado un método basado en la termografía que permite determinar objetivamente si una persona está enamorada o no. La investigación ha determinado los cambios de temperatura que sufre el cuerpo de los voluntarios cuando contemplan la imagen de la persona querida, en el que supone el primer mapa térmico del amor que se realiza en el mundo, según los autores. 

Los científicos analizaron las diferencias térmicas que se producen entre sujetos que contemplaban fotografías de su pareja frente a otros que se exponían a otro tipo de imagen que les generaba alguna respuesta emocional, como ansiedad, calma y empatía, pero no romántica. En el trabajo participaron sesenta personas sanas, hombres y mujeres, de entre 24 y 47 años, que afirmaban estar enamorados de modo romántico (con pasión e intimidad) y haber iniciado una relación pocas semanas atrás. 

Tras acceder al Laboratorio de Termografía, los sujetos permanecieron desnudos durante veinte minutos para aclimatarse, y se registró su temperatura base. En diferentes sesiones, el grupo experimental veía en la pantalla del ordenador fotos elegidas por ellos mismos de su relación de pareja, frente al grupo control, que contempló fotos que generan ansiedad del denominado sistema internacional de imágenes afectivas, o fotografías de amigos y familiares. 

Aunque los autores advierten de que el patrón térmico del amor es muy complejo, ya que incluye la co-existencia o no de pasión y deseo sexual, frente al predominio de la intimidad y la empatía o del compromiso y el contrato social, por ejemplo, los resultados demostraron que el amor sube la temperatura en las mejillas, las manos, la zona de la boca, el pecho y los genitales entre uno y dos grados centígrados.
En los últimos años, los investigadores del Laboratorio de Termografía del CIMCYC, dirigido por los profesores Emilio Gómez Milán y Francisco Tornay Mejías, han logrado construir el mapa térmico de sentimientos complejos como el amor, la felicidad o la empatía, pero también de emociones básicas como la alegría, la tristeza, el miedo o la ira. “La termografía nos indica que la pasión sube la temperatura a nivel de manos y cara, mientras que la empatía (la capacidad de sintonizar con el otro como sujeto, y no sólo como objeto de deseo) la baja, sobre todo en la nariz. Es como si la pasión fuera un acelerador que encendiera nuestro cuerpo y la empatía, un freno de la activación”, indica Gómez Milán. El amor romántico, de modo resumido, sería una mezcla de pasión con empatía.

Actualmente, los investigadores de la UGR trabajan en otra técnica conocida como cold estrés test o prueba del agua fría, muy utilizada en el ámbito de la medicina para tratar trastornos como el párkinson y que consistente en introducir la mano dominante –en función de si se es zurdo o diestro–en un barreño con agua a 0 ºC durante dos minutos. Después, la mano se seca y es grabada con la cámara térmica durante seis minutos, que es el tiempo medio en el que recupera la temperatura una persona sana.  “En el caso de los jóvenes enamorados, hemos observado que al contemplar fotografías de la persona amada durante la recuperación térmica, ésta se acelera y es completa a los cuatro minutos, porque el amor acelera la vasodilatación, mientras que ver imágenes que generan ansiedad demora la recuperación térmica, al generar vasoconstricción”, apunta Emilio Gómez Milán. 

En los últimos años, este mismo equipo de investigación ha aplicado la termografía al campo de la psicología para determinar, por ejemplo, el conocido como efecto Pinocho según el cual la punta de la nariz varía su temperatura cuando una persona miente. 


 

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