miércoles, 17 de febrero de 2016

El enigma del sangrado de los glaciares





Las enormes masas de hielo que bajan por las laderas de las montañas de las zonas más frías del planeta contienen básicamente agua. Sin embargo, en la Antártida hay un paraje regado por torrentes de color rojizo conocidos como cataratas de sangre, explica la periodista Lucía Caballero en la sección Planeta Tierra de la revista Preguntas y Respuestas N.º 35 de Muy Interesante.

El fluido carmesí surge como de una herida abierta desde las entrañas del glaciar Tay-lor, nombrado así en honor del geógrafo y explorador australiano Thomas Griffith Taylor, miembro de la expedición de Scott al Polo Sur de 1911. Él fue el primero en admirar este singular paisaje en la región antártica de los Valles Secos de McMurdo, donde la ausencia de hielo, pues apenas hay precipitaciones, en algunos puntos deja al descubierto un terreno desértico, cuenta Caballero.

La mole del glaciar, que alcanza 54 km de largo y 400 m de espesor, no está totalmente congelada. La parte sólida cabalga sobre un lago cuyas aguas poseen una concentración de sal cuatro veces superior a la de los océanos y mucho hierro. Aunque los científicos pensaban que el color rojo provenía de una población de algas, lo cierto es que se debe a dicho metal: cuando el líquido sale al exterior, el ion ferroso se oxida al contacto con la atmósfera, y sus óxidos –poco solubles– se depositan en la superficie. La zona de salmuera subyacente tiene entre 1,5 y 2 millones de años de antigüedad y aloja un rico ecosistema de bacterias autótrofas que metabolizan los iones de azufre y hierro.

La microbióloga de la Universidad de Tennessee Jill Mikucki –a la derecha, con gorro– fue la responsable del hallazgo. Según los análisis de laboratorio, estos organismos microscópicos usan el sulfato como catalizador en la respiración, toman hierro en su forma férrica –insoluble– y lo transforman en ferroso –soluble en agua– usando como fuente de energía la materia orgánica enterrada junto a ellos. Mikucki y su equipo han sido los primeros en observar el fenómeno en la naturaleza. Debido a su aislamiento, los microorganismos habrían evolucionado al margen del exterior, diferenciándose de las bacterias similares que habitan los océanos, concluye Caballero. 





Vídeo del glaciar glaciar Tay-lor:



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