miércoles, 3 de febrero de 2016

Descubren una nueva diana para el tratamiento del hígado graso



Las proteínas p38, gamma y delta, son las responsables de controlar la acumulación de grasas en el hígado  o esteatosis,  enfermedad  que puede estar causada, entre otros motivos, por la obesidad, la diabetes o a la ingesta excesiva de alcohol.



Dos proteínas, la p38 gamma y la p38 delta, son las responsables de controlar la acumulación de grasas en el hígado, lo que favorece el desarrollo de resistencia a la insulina y diabetes, dos eventos asociados con la obesidad. Así lo anuncia una investigación dirigida por Guadalupe Sabio,  del Centro Nacional deInvestigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC), en Madrid, que muestra que actuar sobre estas proteínas mediante fármacos específicos podría convertirse en un tratamiento adecuado para el hígado graso o esteatosis. Los resultados se publican en la revista EMBO Journal.
 
Hasta ahora se sabía que la esteatosis se inicia con una acumulación excesiva de triglicéridos en la glándula vital, lo que estimula una respuesta inflamatoria. Debido a que también se conoce que las proteínas p38 gamma y p38 delta contribuyen a la inflamación en diferentes enfermedades, los investigadores del CNIC han podido observar en esta ocasión que los hígados de pacientes obesos presentan niveles elevados de esta pareja proteica.
  
La acumulación excesiva de grasa en el hígado es una de las enfermedades más frecuentes en las sociedades occidentales, ya que se calcula que casi el 30 % de la población adulta puede padecerla. Este trastorno puede estar causado en ocasiones por la obesidad, la diabetes o el abuso del alcohol. Y sus consecuencias pueden ser graves: el hígado graso puede provocar cirrosis y fallo hepático, favorecer el desarrollo de diabetes e incluso promover el cáncer hepático. Actualmente existen pocas alternativas terapéuticas para tratar esta enfermedad.

Gracias al empleo de ratones que carecen de las proteínas p38 gamma y p38 delta en un tipo de células inflamatorias, los neutrófilos, los investigadores han demostrado que estas proteínas controlan la migración de dichas células inflamatorias al hígado. Y, explican, “la llegada de neutrófilos es necesaria para la acumulación de grasa en este tejido”. Por tanto, añaden, la inhibición de su migración en los animales que carecen de las proteínas citadas sería suficiente para protegerlos de la aparición del hígado graso, además de prevenir inflamación, el daño hepático e incluso la diabetes asociada a la obesidad.

Para la doctora Sabio, este descubrimiento no solo ayuda a lograr una mejor comprensión de los mecanismos implicados en el desarrollo de la enfermedad, sino que además podría favorecer el desarrollo de tratamientos para la misma, y también, algo muy relevante, para prevenirla. Actualmente, señala la investigadora, la única forma de determinar en personas obesas si se está produciendo este reclutamiento de neutrófilos es a través de la biopsia hepática, pero ahora se podrían administrar fármacos específicos para evitarlo. “El hallazgo  podría ayudar a tratar otras enfermedades relacionadas con el reclutamiento de los neutrófilos al hígado”, concluye la doctora Sabio.


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