El análisis de las fanerógamas marinas ofrece información sobre cómo y cuándo se inició el proceso de desaparición de las praderas de posidonia.
El estudio de las praderas marinas, áreas del fondo oceánico cubiertas de pastos compuestos por plantas con flores de determinadas especies vegetales, puede aportar información muy valiosa sobre el proceso de devastación de los ecosistemas costeros provocado por la acción humana en las últimas décadas, según se desprende de una investigación en la que ha participado Pere Masqué, científico del Institut deCiència i Tecnologia Ambientals (ICTA-UAB) y del Departamento de Física de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y de la Edith Cowan University (ECU) de Australia. La investigación, que se ha llevado a cabo en la costa oeste australiana, pone de manifiesto cómo el análisis de fanerógamas marinas puede revelar cómo y cuándo se inició el proceso de deterioro masivo de los fondos oceánicos como consecuencia de los cambios ambientales y las presiones humanas, tales como el desarrollo agrícola y la urbanización costera.
El estudio del Center for Marine Ecosystems Research de la ECU, con el que Masqué colabora desde el pasado año, ha sido publicado en la revista Global Change Biology, y demuestra que, en algunos casos, las praderas de posidonia han desaparecido hasta en un 80 % en menos de treinta años.
Los investigadores describen que desde 1960 hasta 1980 las praderas marinas de Oyster Harbour resultaron diezmadas como consecuencia del incremento de nutrientes y el depósito de sedimentos asociados al desarrollo agrícola y a la deforestación. Los lechos marinos resultan muy valiosos debido a su capacidad para absorber el CO2 de forma hasta cuarenta veces más rápida que los bosques tropicales, lo que resulta de gran utilidad para contrarrestar las emisiones de carbono a la atmósfera.
Los investigadores tomaron muestras de hasta dos metros de longitud de las
praderas marinas en Oyster Harbour, que, una vez analizadas, proporcionaron una
visión de más de seiscientos años de la historia de la pradera. “Los análisis
muestran un aumento considerable de los niveles de fósforo en el ecosistema a
partir de 1960”, afirma Óscar Serrano, director de la investigación en el ECU.
El incremento de estos nutrientes en el entorno marino provoca la proliferación
de algas que absorben el oxígeno y la luz necesaria para la supervivencia de
las praderas marinas y de otros organismos marinos. Esto acaba con los lechos
marinos y con otras muchas especies tales como peces y crustáceos, limitando su
capacidad para secuestrar el dióxido de carbono y mitigar el cambio climático, según indica
Masqué.
Los resultados han permitido identificar las fases del proceso de degradación de los ecosistemas. En una primera fase, las praderas marinas resisten a las presiones mientras que en una segunda fase, el estrés acumulado supera su capacidad de resistencia y da lugar a cambios en el estado del ecosistema. Los científicos confían en que esta investigación proporcione nuevas perspectivas para gestionar en el futuro de una forma adecuada los cambios ambientales y climáticos.
Los resultados han permitido identificar las fases del proceso de degradación de los ecosistemas. En una primera fase, las praderas marinas resisten a las presiones mientras que en una segunda fase, el estrés acumulado supera su capacidad de resistencia y da lugar a cambios en el estado del ecosistema. Los científicos confían en que esta investigación proporcione nuevas perspectivas para gestionar en el futuro de una forma adecuada los cambios ambientales y climáticos.
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