Los efectos letales del tabaco lo convierten en una amistad
tóxica. Romper la relación requiere conocer cómo nos seduce, tomar la decisión
de dejarla, pedir ayuda y desarrollar una estrategia para alcanzar la meta. En la revista SALUD Nº. 5 de Muy Interesante, Luis Muiño nos cuenta por qué ocho de cada diez exfumadores recaen y ofrece pistas para evitar el fracaso.
Ante una adicción tan arraigada es importante ayudarse con
algún método de apoyo. Existen muchas técnicas que pueden echarnos una mano, y
cada persona tiene que encontrar la que más útil pueda resultarle. También
puede recurrir a dos o tres que sean complementarias. Por ejemplo, productos
con nicotina, aplicaciones de móvil y ayuda profesional.
1. Pastillas o chicles de nicotina. Ambos formatos se pueden
colocar dentro de la boca y permiten dosificar las unidades que se toman para
controlar mejor los deseos de fumar. Aparte de su efecto bioquímico, son un
sustitutivo oral: eliminan la sensación de ausencia que deja no llevar un cigarrillo
en los labios.
2. Condicionamiento aversivo. Dentro de los tratamientos
conductistas, existen muchas terapias que funcionan por el efecto de premio y
castigo. Se trata de reforzar la sensación de no fumar y de conseguir que el
paciente sienta rechazo ante el tabaco.
3. Parches de
nicotina. La ventaja de estos es que solo tienen que aplicarse una vez al día.
Además, se combinan con otros métodos (inhaladores, pastillas, etc.). El parche
provee la dosis diaria, y las otras técnicas una suplementaria cuando se
necesita.
4. Hipnosis. Se trata de un estado de sugestión y
concentración muy profundo. Hace que la conciencia pueda centrarse por completo
sobre un asunto. Y así el adicto, en estado de trance, puede repetirse frases
antitabaco que lo lleven a interiorizar el rechazo al cigarrillo.
5. Tratamientos farmacológicos. Existen muchos medicamentos
que pueden servir de apoyo. Algunos, como el bupropión, funcionan por su efecto
antidepresivo, que ayuda a mantener el estado de ánimo durante el síndrome de
abstinencia. Otros, como la vareniclina, actúan disminuyendo la sensación de
placer que produce el pitillo. En uno y otro caso se requiere receta médica.
6. Inhaladores
de nicotina. Para mucha gente, la repetición automática de un gesto forma parte
de la adicción. Estos dispositivos tienen la ventaja de emular lo que se hace
con el cigarro: se toman en la mano y se aspiran.
7. Aplicaciones.
Existen varias que ayudan en este proceso. Un ejemplo es Quitómetro, que permite saber cuánto
hemos fumado a lo largo de nuestra vida y qué dinero nos hubiéramos ahorrado de
no hacerlo. Además, podemos chatear con personas que lo han dejado o escribir
un diario de nuestra evolución. Es gratuita.
8. Terapia
individual. Cuando la costumbre está muy arraigada, puede ser útil profundizar
tanto en las causas del tabaquismo como en las consecuencias que producirá su
abandono. El terapeuta no solo ayudará con técnicas psicológicas que deshagan
el hábito, también promoverá aspectos relacionados, como las habilidades
sociales o la autoestima.
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