Superhenge |
Los arqueólogos están
emocionados con el descubrimiento, el pasado mes de septiembre, de lo que ya
se conoce como Superhenge, un nuevo círculo con noventa piedras de gran
tamaño –alrededor de 4,5 metros– cercano a Stonehenge. Bajo la actual llanura
de Salisbury, a apenas tres kilómetros del célebre templo prehistórico, se
esconden los restos de una fenomenal formación megalítica con forma de gran
herradura, que habría sido construida hace casi 5.000 años, según explica José Ángel Martos en el dossier 20 grandes misterios de la arqueología de la revista Muy Interesante n.º 419 del mes de abril.
Nadie ha podido verla
directamente, pero los sistemas de radar, que penetran con su señal bajo
tierra para ofrecer imágenes exactas del subsuelo, han localizado al menos
treinta piedras intactas en toda su enorme dimensión. De las otras sesenta
quedan fragmentos.
Se han utilizado también
otras técnicas no invasivas, como los magnetómetros, que miden las emisiones
de magnetismo de un material respecto a los que lo rodean, para detectar
estructuras bajo tierra. “Es el mayor monumento de piedra que ha sobrevivido”,
han dicho de él los responsables de la investigación. La herradura detectada
parece ser solo la parte sur de un enorme templo prehistórico al aire libre,
cuyas posibles funciones encenderán la especulación.
Se presume
que Superhenge se usó para rituales, como el paso de los jóvenes a la edad
adulta o la celebración de los ciclos de las cosechas, pero el profesor Miles
Russell, de la Universidad de Bournemouth, sugiere que también podría haber
servido para sacrificios humanos.
En el área de Stonehenge se
encontraron sobre todo huesos de cerdo, acaso la víctima sacrificial más
común; pero también han aparecido restos humanos con puntas de flecha
encajadas entre sus vértebras y golpes en la cabeza. Otra teoría alternativa
es que ambos fueran sitios de peregrinación, donde los heridos y enfermos
acudían a curarse, como un Lourdes prehistórico.
Lo que sí parece estar más
claro es que ambos monumentos se erigieron como fruto de una transición
religiosa: están dedicados a la adoración del Sol y la Luna –respecto a cuyos
movimientos se alinean–, mientras que otros complejos anteriores indican un
culto previo a las montañas y a elementos del paisaje.
Hay otros lugares que podrían
ser centros de observación del Sol y de las estrellas en la época neolítica.
Uno de los más interesantes es Nabta Playa, en Nubia, una depresión natural
que estacionalmente se llenaba de agua y alrededor de la cual los pueblos del
desierto erigieron megalitos y acudieron para observar movimientos
astronómicos. Su uso dataría del 7500 a. C. –sería anterior a Stonehenge y a
Superhenge–, lo que sugiere que había culturas más avanzadas de lo que se
creía en el Sahara, concluye Martos.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario