Una de cada cinco personas cree que existen los extraterrestres y otras muchas dicen oír voces o haber vivido experiencias
cercanas a la muerte. Pero no son hechos sobrenaturales. Recientes estudios
prueban que estas percepciones tienen su base en alguna anomalía cerebral con
una
explicación neurocientífica.
En los últimos años, a medida que neurólogos y psicólogos han
ido abordando científicamente todo tipo de fenómenos extraordinarios, la fe en
lo paranormal ha perdido terreno. Hoy sabemos, por ejemplo, que un
funcionamiento anormal del lóbulo frontal del cerebro, implicado en la
coordinación y la planificación, puede crear la sensación de estar poseído. Y
que cuando se trastocan la amígdala y el hipocampo, vinculados a la memoria y
las emociones, se llega a experimentar recuerdos de supuestas vidas anteriores, explica la periodista Elena Sanz en el dossier 110 experiencias paranormales desmontadas por la ciencia que publica en la revista Muy Interesante n.º 418 del mes de marzo y donde aborda desde la óptica de la neurociencia la presencia de fantasmas. escuchar voces inexistentes, ver la luz al final del túnel, la conexión telepática o la abducción por alienígenas.
Asimismo, la sobreactivación de las uniones
temporoparietales de la corteza cerebral, situadas a ambos lados de la cabeza,
crea la sensación de abandono del propio cuerpo. Los casos de poltergeist
invisibles que mueven objetos parecen coincidir con daños en zonas del
hemisferio cerebral derecho encargadas del procesamiento visual. Y si se
descoordinan las neuronas del área de Broca, podemos oír los propios
pensamientos como si fueran voces ajenas. Y así podríamos seguir enumerando la
aparición de experiencias extrañas y su relación física con anomalías
cerebrales.
Por otro lado, el cine ha contribuido a fomentar las creencias
en lo paranormal y a difundir errores que un mínimo conocimiento de física y
matemáticas podrían explicar. El caso más evidente es el de fantasmas y
vampiros, como sacó a la luz el investigador Costas Efthimiou, de la
Universidad de Florida Central.
Para empezar, Efthimiou dice que es físicamente imposible
que un fantasma pueda atravesar paredes y, a la vez, caminar como un humano,
pues debería hacer fuerza sobre el suelo, lo que se contradice con un cuerpo
etéreo. En cuanto a los vampiros, Efthimiou hizo un cálculo sencillo para
desmentir su existencia.
Según las historias al uso, estos seres se alimentan de
sangre humana, y sus víctimas, una vez mordidas, se transforman en vampiros.
Pues bien, si el primero hubiese surgido, por ejemplo, en enero de 1600, con una
población mundial de 500 millones de habitantes y comiera una vez al mes, al
cabo de ese tiempo habría dos vampiros; en sesenta días, cuatro; y en dos años
y medio los 500 millones de humanos ya serían vampiros. Sin nadie a quien
morder, se extinguirían todos, dice Elena Sanz en el reportaje.
En cuanto a los supuestos brotes de zombis que hubo en Hawái
en 1892, pocos años antes de ser incorporado el archipiélago a EE. UU.,
Efthimiou tiene una explicación: en sus aguas vive un pez que produce
tetrodotoxina, un veneno que causa la muerte fulminante.
Pero ingerido en la
dosis adecuada, hace que la persona caiga en un estado de casi muerte, sin
apenas constantes vitales, pero del que sale de pronto sumida en la confusión
por falta de oxígeno y con un comportamiento identificable con el que la
literatura y el cine atribuyen a los zombis.
Articulo divulgativo excelente. A mi gusto, ameno i divertido i bastante riguroso vista la brevedad inevitable en una revista que quiere llegar a mucha gente.
ResponderEliminarArticulo divulgativo excelente. A mi gusto, ameno i divertido i bastante riguroso vista la brevedad inevitable en una revista que quiere llegar a mucha gente.
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