jueves, 17 de marzo de 2016

Hace 100 años: el Titanic español zozobra en Brasil




Se cumple un siglo de la pérdida del Príncipe de Asturias, el mayor y más lujoso trasatlántico español, una tragedia que conmocionó a la sociedad de la época, pero que hoy en día apenas se recuerda.


Con una eslora de 160 metros, una manga de 20 metros y una capacidad para 1.890 personas –entre ellas, 150 pasajeros de primera clase; 120, de segunda, y 1.500 para emigrantes–, el vapor Príncipe de Asturias fue un auténtico palacio flotante. Había sido botado en los astilleros Kingston de Glasgow en abril de 1914, y, además de estar equipado con catorce botes salvavidas, contaba con un sistema de telegrafía sin hilos y dinamos de emergencia, por si sus dos motores dejaban de funcionar. Estos eran capaces de desarrollar una potencia de 16.000 caballos y le permitían alcanzar una velocidad de 18 nudos, algo más de 33 km/h. La embarcación, matriculada en Cádiz, pertenecía a la naviera Pinillos, y realizó su viaje inaugural el 16 de agosto de 1914, poco después de que se iniciara la guerra europea.

Tras año y medio de servicio, el buque recibió numerosos elogios por parte de la prensa internacional y completó cinco viajes de ida y vuelta entre Barcelona y Buenos Aires. En el que sería su último periplo, también zarpó del puerto catalán. Tras hacer escalas en Valencia, Almería, Cádiz y Las Palmas, cruzó el Atlántico con 588 personas a bordo y varios miles de toneladas de carga.

A pique en Isla Bella. En la madrugada del 5 de marzo de 1916, mientras algunos pasajeros seguían celebrando el comienzo del Carnaval, el navío sufrió un tremendo impacto y su casco se rasgó de proa a popa contra los afilados arrecifes de Punta Pirabura, en Isla Bella, al norte del estado brasileño de São Paulo. Tras una violenta explosión, el Príncipe de Asturias se hundió en menos de cinco minutos. El intenso aguacero que caía no había permitido ver a los tripulantes la luz del único faro que había en la cercana isla de San Sebastián, cuenta Ramón Núñez en su sección Días Contados de la revista Muy Interesante n.º 418 del mes de marzo.

 Una brújula loca. Sobrevivieron 86 tripulantes y 57 pasajeros, entre ellos, la joven Marina Vidal Castro, una de las primeras mujeres comerciantes de España y excelente nadadora, que jugó un destacado papel en el rescate de los náufragos. Oficialmente, murieron 445 personas, pero algunas fuentes sugieren que el número de víctimas fue mucho mayor, pues se sospecha que en el barco viajaban cientos de polizones que huían de la guerra en Europa. Pero ¿por qué navegaba tan próximo a la costa? Entre las hipótesis que se han barajado, la más verosímil considera que la brújula pudo fallar debido al cargamento de metales que acarreaba el vapor y al aparato eléctrico de una tormenta. El agitado estado de la mar, en una zona de corrientes muy fuertes, contribuyó al desastre, el mayor de la marina mercante española hasta aquel momento. 


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